Real y salvaje


He soñado con un ser mitológico que salpicada semen sobre mi. Su cola aguijón se movía incansablemente, manchando mi ropa negra con sus fluidos de indescriptible color, de fuerte sabor. Complacida por el ataque de la frestia, me dejé caer suavemente sobre el piso de cemento que se elevaba al cielo dibujado en celeste. Una de sus garras marcó mi brazo derecho y me despojó del guante blanco que protegía mi mano para lamer cada uno de sus dedos.

La frestia partió, extendiendo sus doradas alas. Lo sentí aún turbado por el rápido encuentro. Llevaba mi guante incrustado en las deformes uñas. 

Partió, pero sembró mi deseo por volver a soñarlo.

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