Cuando tocas mi bandeja de entrada
Cuando luchas por salir del caos sólo para hablarme y reconstruir nuestra precaria intimidad, siento que estiras los brazos para engancharlos con los míos. Dejemos que nuestros brazos se estiren por toda la avenida Venezuela y que se encuentren en Metro de Faucett. Dejemos que se encuentren en la mitad de la ruta que todavía nos une.
Que así se entienda que no hemos dejado de amarnos. Es sólo que somos un par de prematuros viejos viviendo más de la amistad que del coito.
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